Según recientes estudios, la población terrestre no ha dejado de crecer desde el final de la Edad Media, pero este crecimiento se ha acelerado desde el siglo XIX. En el año 2011, en Filipinas nació el habitante siete mil millones, haciendo que las predicciones de los científicos que decían que alcanzaríamos esa cifra en 2015 quedara en agua de borrajas. ¿Qué hay detrás de esa aceleración?
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La multitud llena una calle de Shanghai Fuente propia, 2011 |
Tras la Segunda Guerra Mundial los gobiernos se percataron de la súbita ascensión de los índices demográficos. Se pasó de una natalidad y mortalidad elevadas a unas muy reducidas. En un estudio demográfico más extenso veríamos en profundidad como la tasa de mortalidad disminuye drásticamente, mientras la tasa de natalidad se mantiene elevada. Tras este periodo la natalidad y el ritmo de crecimiento de la población se ralentizaron gracias a los avances en medicina, entre otros muchos factores. El mundo daba un completo giro, gracias a muchos factores.
Actualmente, los países desarrollados sufren lo que muchos conocen como la lacra del siglo XIX, un elevado número de ancianos en la población con un escaso número de jóvenes que puedan asegurar la renovación de su población para el futuro. Las investigaciones llevadas a cabo en el Japón demuestran que en 2050 el 25,6% de la población será mayor de sesenta y seis. Las transiciones demográficas en marcha, facilitadas por los progresos técnicos en contextos socioculturales muy diferentes al modelo europeo inicial, serán más rápidas y más fuertes como en el caso de México, cuya población se ha multiplicado por ocho o en el caso de Kenia por trece o quince.
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Una pareja de ancianos en Osaka ameniza una mañana de mayo. Fuente: Janne Moren, 2006. Photo Pin |
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