Descubre lugares asombrosos que nunca habrías imaginado: Belgrado, Beijing, Hangzhou, Hong Kong, Manchester, Mostar, Podgorica, Sarajevo, Shanghai, Skopie, Tirana, Xi'an. Próximamente Taiwan

domingo, 1 de enero de 2012

Introducción serie "Los cambios ocurren"

El mundo actual tiene un problema muy grave que resolver: la superpoblación. Desde hace décadas, la mayor parte del mundo vive en entornos urbanos que con el tiempo han visto como sus urbes han ido creciendo para hacer sitio a los nuevos ciudadanos. La arquitectura, como sanadora de las ciudades, ha visto una posibilidad de curación gracias a las megaconstrucciones de rascacielos que casi salen del cielo. Los límites que en otro tiempo impidieron a los visionarios construir los más altos rascacielos han desaparecido gracias a materiales revolucionarios en su tiempo que permiten una solidez mayor con menor peso.

Derivado del problema de la superpoblación en las ciudades y en el mundo ha aparecido otro problema tanto o más grave: la distribución de recursos. Esta distribución se refiere a los alimentos, al suelo, a la madera, la energía,... Y todo ello se engloba en la ecología, la ciencia encargada de administrar los recursos del planeta de forma sostenible. Para ello, tanto las nuevas ciudades como las nuevas construcciones se están convirtiendo en autosuficientes gracias al aprovechamiento de energías renovables como los paneles solares que se colocan en los tejados. Pero eso no es suficiente, en 2045 la población mundial llegará a los 9.000 millones de habitantes según las previsiones de la Organización de las Naciones Unidas y del Population Reference Bureau.

Ahora, cada vez son más los que ven la solución en encontrar otro planeta con las mismas características que tiene el nuestro. Pero lejos de ser una solución no es más que una forma de huir del problema. Sin embargo, si no cambiamos nuestro tren de vida actual es muy posible que tengamos que instalarnos en otro planeta, que esperemos no sea explotado de forma tan desastrosa como este.

La ciudad es la última estrategia urbanística que puede salvarnos. Los estudios revelan que las grandes ciudades son menos contaminantes per cápita que el resto del suelo nacional. La principal razón es que la densidad demográfica hace que los lugares de trabajo y ocio estén más cerca de los domicilios en las grandes urbes. Los grandes edificios de viviendas necesitan menos energía para calentarse que una vivienda unifamiliar. Además cuanta más gente haga el mismo trayecto más fácil es que haya una buena red de transporte público. Por último, la concentración de población en núcleos urbanos es beneficiosa para la agricultura, la ganadería y la vida salvaje de la flora y fauna autóctona. Para mantener con vida nuestro planeta, los ciudadanos del futuro tendrán que vivirán en gigantescos rascacielos que serán como pequeñas ciudades en vertical.

No hay comentarios:

Publicar un comentario