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miércoles, 11 de enero de 2012

Las ciudades salvaron el mundo. Serie "Los cambios ocurren"

Las ciudades salvaron el mundo

En el siglo XIX, la preocupación por el futuro del planeta también preocupaba a sus coetáneos. La solución que plantearon fue la construcción de pequeñas ciudades de  hasta 33.000 habitantes rodeadas por un cinturón verde lleno de granjas. La solución era alejar a los ciudadanos de entornos demasiado poblados donde los suburbios eran focos de pobreza como creían muchos investigadores de la época como Ebenezer Howard, el padre de la idea de las ciudades jardín, o Lewis Mumford, autor de La ciudad en la historia.
La ciudad brasileña de Sao Paulo emite muy poco
COgracias a la energía hidroeléctrica.
Fuente: Leonardo Augusto Matsuda, Photo Pin
Ahora las cosas han cambiado. Los expertos abogan por la sostenibilidad de las ciudades como única forma de garantizar el futuro. Las gente emigra a las ciudades porque es allí donde está el dinero, la posibilidad de desarrollo. Como dijo Edward Glaeser [Glaeser, Edward (2011) El triunfo de las ciudades. Taurus] "No existe ningún país urbanizado que sea pobre, ni ninguno rural que sea rico". Los economistas defienden las ciudades, pese a sus defectos, por ser motores de prosperidad sin tregua, donde lo importante es el fujo constante de ideas.

Muchas plataformas ecologistas defienden el retorno al medio rural como la única solución para conseguir la estabilidad del planeta. Ahora aparecen nuevas ideas que se contraponen a las voces de esos ecologistas: volver a los núcleos rurales sería una catástrofe ecológica, según explican, puesto que sería llevar los niveles de contaminación de las ciudades a todo el territorio nacional. Gracias a esto, el resto del espacio puede ser utilizado para la agricultura o la ganadería. Y no sólo eso, la concentración de los seres humanos en núcleos beneficia también la vida salvaje.

No es ninguna leyenda urbana, aseguran los expertos: las ciudades pobladas suelen emitir menos CO2 por habitante que la media nacional como así indica la investigación de 100 ciudades en 33 países llevada a cabo por Environment and Urbanization en 2011. Aunque claro, siempre hay excepciones, por ejemplo, las ciudades más densas emiten menos que las urbes más extensas.

El miedo a la urbanización no ha sido bueno para las ciudades, los países ni el planeta. Aunque la planificación urbana, sin embargo ha promocionado los espacios verdes dentro de las ciudades, lo que supone verdaderos pulmones para la ciudad y sus habitantes. 

Con este artículo titulado Los cambios ocurren hemos llegado a la conclusión de que es imposible doblegar organismos tan dinámicos como son las ciudades, y que éstas pese a ser el bastión de la industrialización no son más culpables que las zonas rurales por la destrucción o contaminación de la naturaleza.

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